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sábado, abril 19, 2025

Hacia una recomposición del escenario político dominicano

Por Edhoarda Andújar
@Edhoarda22

La historia del surgimiento de los partidos políticos es muy interesante, va desde los procesos revolucionarios liberales con precedente en el parlamentarismo inglés hacia el siglo XVII donde los whigs y tories comenzaron a perfilar la necesidad de agruparse de acuerdo a los objetivos comunes y la visión sinérgica que tenían como grupo de la sociedad.

La Revolución Francesa que trae consigo la aparición de grupos monárquicos constitucionales como los jacobinos y girondinos, a la vez que las revoluciones liberales, iban consagrando a los partidos políticos como elementos fundamentales para establecer una relación o vínculo entre el Estado y la sociedad.

Pero es hasta finales del siglo XIX con el reconocimiento del sufragio universal como derecho inherente y la llegada de los partidos socialistas primigenios que incorpora a la clase obrera a la actividad política, cuando se producen cambios profundos en las estructuras de las formaciones políticas.

En América Latina, dada su naturaleza compleja derivada de los procesos convulsos que como pueblos tuvieron que sortear (luchas independentistas, dictaduras, gobiernos autoritarios, liderazgos personalizados o caudillistas, democracias fracturas, intervenciones militares y revoluciones restauradoras), las causas por las que nace un partido pueden ser múltiples, pero el factor común, como en los casos europeos, podríamos situarlo en el rompimiento con esquemas de opresión y obsoletos que no satisfacían demandas sociales.

En la República Dominicana, desde nuestro punto de vista, la historia del surgimiento de los partidos políticos no es extensa, puesto que, a nuestro entender, hubo corrientes de pensamientos que buscaban ascender al poder y no partidos de manera formal durante el siglo XIX y desde el establecimiento de la República en 1844 hasta el asesinato de Ulises Heureaux en 1899 dominaban el escenario político nacional los caudillos, las luchas anexionistas y revoluciones restauradoras que, aunque se agrupaban, no lo hacían sobre la base de una visión común de la sociedad a la que aspiraban.

Ahora bien, un hecho importante a resaltar es que el nacimiento de los partidos dominicanos tiene conexión con períodos específicos que marcan momentos históricos relevantes, así pues, los partidos Revolucionario Dominicano, PRD; Nacional, PN; la Vanguardia Revolucionaria Dominicana, VRD; y el Movimiento Revolucionario Catorce de Junio, nacen como respuesta a una necesidad de instaurar la democracia.

En tanto que lo que hoy conocemos como Partido Reformista Social Cristiano, emerge como respuesta de los sectores oligárquicos al escenario que devino del golpe de Estado de 1963 al gobierno legítimo y constitucional de Juan Bosch y a la Revolución de abril de 1965; por su parte el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), nacido en 1973 resultó de la decepción de un grupo de dirigentes perredistas por la desconexión que este partido presentaba con relación a la visión común del Estado que debe tenerse desde una organización política y como respuesta organizada a los requerimientos sociales.

Así las cosas, los partidos políticos en nuestro país van cumpliendo periodos históricos y como organizaciones con vida, en su mayoría, cumplen con el ciclo de ésta, logrando reproducirse antes de morir.

Es por eso que, antes de morir, el PRD alumbró varios hijos, destacándose en el nuevo esquema de dominio político su último vástago, el PRM. En tanto que, el PLD, al desmontar la mística que le daba vida comienza a agonizar y justo antes de que la tenue luz de la estrella deje de “fulgorar” la política dominicana, alumbró una flor que se posa en el pasto verde de la esperanza nacional.

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