Judicialización de la corrupción… ¡Por fin!

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Por: Clemencia García Damirón

Era domingo, compartíamos en la terraza de un espléndido hotel en la ciudad. Espectaculares vistas, mejor compañía no se podía tener. Amigos casi hermanos, los de siempre, los de años. ¿Cómo no tocar temas de actualidad? ¡Imposible!

Al disfrute de cervecitas y risas, llegó el momento de los chistes, siempre a costa de otros. Esta vez fueron chistes duros, que encarnaban indignación y rabia.

Tocamos lo reciente, lo anunciado por la Procuraduría General de la República el sábado en la tarde, específicamente el caso denominado Operación Coral. Este alude al mayor general Adán Cáceres Silvestre, jefe de seguridad del expresidente Danilo Medina, y todo su entramado organizado en una red que supuestamente cometía actos ilícitos de mucha complejidad.

Para mi, que hasta hace un par de años atrás dejé de sentir como peledeísta formada en años de juventud, que por lazos familiares me acogí al mandato de seguir al rebaño, y luego en desarrollo de consciencia me involucré en temas políticos a lo interno del partido, me duele y avergüenza escribir sobre esto.

El orgullo que sentía en cada proceso electoral, cuando nos preparábamos para la “próxima batalla a vencer” con ropa de pelea puesta, es inenarrable. Tiempos de pura inocencia, de creer y hasta desafiar en debate a cualquiera que pusiera en duda el prestigio y conducta pública de esos dinosaurios que hoy miedo da mencionar.

Para guardar el mayor nivel de criticidad, toca a familiares. Ellos llevan su parte, también.

Fueron cambiando ideas por “caletas”, esposas por sugar babies, hogares cálidos por grandes y frías mansiones, decoradas por costosos magos del diseño pagados de nuestros bolsillos. Errores tras errores fueron sucediéndose en su paso por el Estado.

Ahora los peledeístas, con Charlie Mariotti a la cabeza, denuncian que esto es un show mediático.

No, Charlie. Esto es la judicialización de una corrupción en la que ustedes fueron actores de primera línea, prueba en contrario.

Estos procesos de sometimientos y visitas frecuentes por ante la PEPCA no tienen nada de mediáticos. Si nos fijamos, solo se ha llamado a todo el que ha tenido algo que ver en una institución pública investigada por alguna denuncia o depósito de querella. Los programas de investigación periodística han hecho su parte.

Y la sociedad.

Les reclama tanta desvergüenza, prepotencia, abusos y desconsideración a nosotros, los que les votamos. Es la famosa percepción, aquella que Monchi en su “genialidad” negó. Y esa negación que aplaudieron todos, sin excepción -salvo aquellos que decidieron a tiempo tomar otro camino- es la que los tiene frente al espejo de su triste realidad hoy.

Aguanten como hombres el escenario actual, lo que al amparo de las escoltas y demás beneficios marginales que les exprimieron al Estado, ustedes nos enrostraban sin pudor. Vamos, ahora es. Debemos corregir lo que estuvo mal para que no se repita, y hacer lo que nunca se había hecho: pagar por sus culpas.

Creí que me mantendría al margen por un buen tiempo, pero es más fuerte que yo. ¡Que se haga justicia!