Decisiones

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Por: Clemencia García Damirón

Mal pudiera erigirme como el ícono del bien, pero tampoco me aproximo al extremo del mal. Nací bajo la fe católica, por ende,traigo conmigo-producto de la desobediencia de Adán y Eva- el pecado original, que con el tiempo y dependiendo de cómo nos educamos y cultivamos nuestras almas, se va convirtiendo en un pecado serio, mortal.

Los católicos tipifican como pecados mortales a las acciones cometidas en pleno ejercicio de nuestras condiciones físicas y mentales en contra de las reglas de oro contenidas en los 10 mandamientos. De ahí la relación directamente proporcional entre la conciencia y el libre albedrío.

El ser humano una vez formado es producto de decisiones, buenas o malas. Por vía de consecuencia, las que tomemos nos marcarán por el resto de nuestras vidas.

Me animo a tocar un tema tan individual porque nuestra sociedad está siendo testigo del desmadre de acciones cuestionables que una vez identificadas y castigadas, nos dan pena. Sentimos pena por la familia que atraviesa algún tipo de vergüenza pública.

Me pregunto: ¿pensó ustedacaso, en las consecuencias de sus decisiones?

De nuevo tengo que hablar de neurotransmisores, esta vez de la serotonina, la asocian con la felicidad. La producción de los niveles adecuados llega a generar felicidad, bienestar, satisfacción y un sinnúmero de emociones positivas. Su principal incidencia es en pensamiento, actitud y conducta.

Por eso, si no sabemos manejar esos niveles de satisfacción se nos puede ir de las manos tanta felicidad y bienestar.

Desde hace unos meses vemos con interés y marcado morbo, como si de allanamientos y movimientos justicieros viviéramos, el cronograma de actividades que desde la Procuraduría General de la República se realiza para cumplir con un reclamo popular. El de “meter preso” a todo aquel que se le demuestre haya tenido que ver con actos de corrupción estatal.

Castigar a los corruptos pidió la calle, cuyo hartazgo produjo un cambio de gobierno.

#LosQueremosPresos y #DuermanConRopa son tendencias en las redes sociales, y con ellos las caras y nombres de los imputados o señalados.

Es penoso para toda familia estar pasando por semejante vergüenza. Pero debieron pensar precisamente en sus familias al momento de encontrarse en el éxtasis del gozo y poder. En los pobres hijos, cuyo círculo social en el que se desenvuelven suele ser más agresivo que padre alguno pudiera imaginar.

Somos más fuertes en la medida que nos hacemos responsables moralmente de nuestra conducta, libre y conscientemente. Asumiendo debilidades, con actitud digna y visos de arrepentimiento.

Pisar tierra, nunca apartarnos de nuestros orígenes. Velar por tener la dicha de conservar a alguien que nos haga volver al redil, que nos recuerde lo efímero del bienestar que sentimos y lo dañino en que se puede convertir aquello que muchas veces resulta prohibido.

Libre albedrío, ese inmenso poder que tenemos de decidir. Decidamos bien, porque aplica para todo.