La verificación del discurso público y sus herramientas de innovación

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Por. Liza Collado

Verificar los datos públicos o practicar el hacking cívico son caminos emprendidos por nuevos y tradicionales medios de comunicación para recuperar la conexión con la ciudadanía. Más de 120 organizaciones en más de 50 países han implementado estas innovadoras herramientas que someten a examen no solo a los propios medios de comunicación, sino a líderes políticos y grandes empresarios. Con estos métodos y aplicaciones se cuenta la verdad, aportando datos claros y precisos, sin importar quién salga perjudicado.

En otras oportunidades hemos referido que, en la actualidad, aunque mucha información socialmente relevante no se encuentra disponible o, peor aún, directamente no se produce, se pueden conseguir y procesar rápidamente una infinidad de datos gracias al avance de la tecnología.

Así, se han ampliado los horizontes para la producción de conocimiento y para el chequeo de la información a la que accedemos a través de distintas formas. Las mayores posibilidades de disponer de datos y de procesarlos aumentaron las fuentes de información. No obstante, estos datos deben ser seleccionados, analizados, puestos en contexto, explicados e interpretados para poder revelar los acontecimientos.

Contar historias a partir de los datos, es esencial para promover un debate público que esté basado en la evidencia y no en impresiones, pareceres y opiniones.

El hecho de tener una base fáctica común sobre la cual haya acuerdo permite luego acordar o disentir sobre eso, en lugar de discutir sobre los datos mismos. Si no existe una medición oficial creíble sobre la criminalidad e inseguridad ciudadana de una región o país, uno puede pasarse el tiempo discutiendo cuán alto es el índice sin llegar a debatir sobre las medidas que podrían evitarlo o la efectividad de las diferentes políticas públicas implementadas.

Visto de otra forma, si no hay datos sobre la brecha salarial entre los hombres y las mujeres, es muy difícil llegar a un acuerdo sobre cómo eliminarla, dado que cualquiera podría argumentar que no se trata de un fenómeno extendido, sino de casos aislados. Los datos sirven, justamente, para demostrarnos que un fenómeno existe (o no) y que no se trata de percepciones creadas en el imaginario de la gente o las redes sociales.

Aplicar herramientas de fact check es una obligación del periodismo actual. Poner un espejo constantemente frente a nosotros para obligarnos a ser coherentes, no engañar, y no servir de altavoces a quienes estén de paso por la administración del Estado.

La verificación de los datos y el discurso público juegan un papel fundamental para recuperar la credibilidad de los medios y sus agentes; estas herramientas ponen en el punto de mira no solo a ellos. Para exigir transparencia a los líderes políticos o empresarios, primero hay que exigírsela a los responsables de la información.