Un 8 de marzo con Simone de Beauvoir

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Nos bautizaron como sexo débil, nos estigmatizaron como amas de casa, cocineras o madres. Algunos ignorantes acuñaron el término “chapiadoras”. La verdad: si, somos todo eso, y…cuidado. El error es que, así es como ellos nos ven y nosotras por mucho tiempo lo creímos.

Somos un poco más de la otra mitad de la población, por lo menos respeto hay que mostrar.

Hemos sido desde la Creación, el equilibrio de la humanidad. El recipiente que guarda -y decide- la vida, quienes con intuición y celo cuidamos de la familia, los amigos, vecinos y todo lo que pongan sobre nuestros hombros. Preparadas para múltiples y variadas tareas, nos proclamamos “multitask”.

¿Puede cuestionar alguien el papel histórico de Eva, María -la Virgen- o de María Magdalena? Con ellas inició el verdadero constructo de ser mujer, cada una en su contexto y papel.

Soy femenina, no radicalizo mi condición de género.

Sin embargo, aprovecho la fecha para recordar a Simone de Beauvoir y su libro “El segundo sexo”. Un magnífico ensayo que sirve de referente al movimiento feminista que procura la igualdad, no la confrontación con el aliado.

En ese libro, Simone describe magistralmente la condición de ser mujer. Su enfoque abarca no solo el determinismo biológico que nos identifica, sino también aspectos históricos, sicológicos y sociológicos que genera nuestra propia naturaleza. Interioriza en esa parte tan nuestra que ella conoce en esencia y sentimiento.

Una verdadera revolución, literalmente, tomando en cuenta cuándo fue escrito y publicado.

Simone construyó un concepto, el mejor posible, muy de acuerdo a su pensamiento y criterios: el de la diferencia en igualdad. Somos uno y otro, podemos convivir en espacios iguales, con responsabilidad y roles compartidos.

Fue mujer de decisiones propias, de una inteligencia envidiable, reconocida por la exigente clase intelectual de su época. Vivió como entendía era lo mejor para su existir. Resistió la imposición de lo correctamente establecido en una sociedad dirigida por hombres, sin entrar en conflicto con nadie.

En cada una de sus producciones literarias deja estampado la guerrera que hay en ella, su libertad innegociable, su razón de ser, la intensidad con que vivió. Escribía lo que sentía. Podemos estar de acuerdo o no en muchas de sus creencias, pero sin duda alguna Simone de Beauvoir es un ícono de referencia en la lucha de igualdad.

Y hoy, día en el que celebran nuestro mérito de ser mujer, hago propicia la ocasión para felicitar a las que han procurado hacer valer su espacio y derechos, a fuerza de capacidad, trabajo y firmeza.

A nuestras abnegadas mujeres cuyas vidas protagonizaron pasajes en la Historia dominicana; a las heroínas de mi familia, y por supuesto, a mis guerreras contemporáneas.  A todas ellas, gracias por sus extraordinarias vidas.

Por: Clemencia García Damirón