Tercerizar: eficiencia y eficacia en diversidad de servicios.

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Una maravillosa tarde de compartir entre amigas trajo a la mesa el tema. Ya se había contemplado anteriormente en otro escenario pero no se le dio calor.

Bebida y comida exquisita, anécdotas, intercambio de experiencias recientes, risas, afecto y respeto por todo lo que allí se experimentaba sirvió para interiorizar y reajustar en tiempos difíciles nuestro modo de vida y producción.

Profesionales, esposas, madres. Todas cumplimos con el rol excepcional que solo las mujeres comprendemos y ejercemos: la multitarea.

Justo ahora, con lo asfixiante que se ha hecho para algunos sobrevivir desde hace más de un año, a partir de que el mundo fue sorprendido con un ingrediente letal llamado COVID-19, es obligatorio -casi indispensable- repensar nuestra forma de supervivencia. Y que no solo se circunscribe a lo económico, sino también a lo emocional.

Diría que integral. Si, una supervivencia integral.

Los grupos tienen su propia dinámica. Cada uno dentro de su especialización operativa busca incesantemente la funcionalidad. Producir para ofertar, competir y servir. El engranaje de esa estructura no siempre responde a los requerimientos del mercado ni al comportamiento de las variables económicas, que en algunas empresas se imposibilita sostener a veces.

Esto porque obviamente el costo financiero versus costo-beneficio resulta muy alto, y los desvía de su fuente de rendimiento. Enfocarse en la tarea central y actividad principal del negocio para el cual fue creado, optimizando sus productos y servicios es el fin ulterior de toda actividad empresarial.

Y ahí viene la tercerización o subcontratación, que es lo mismo al “outsourcing”.

Tenemos ejemplos. Algunas áreas como la de gestión humana, nómina, contabilidad, servicios tecnológicos, eventos corporativos, redes sociales y relaciones públicas entre muchos otros, se han convertido en los más demandados por empresas cuyo interés radica en no desviarse de la imperante necesidad de producir.

Esta práctica se ha intensificado a raíz de la actual crisis. Historias de vida que se convirtieron en ejemplos de emprendurismo, no menos conmovedoras, han surgido y llegaron para quedarse.

Las características surgen con la necesidad de quien contrata. Las ventajas son puntuales, desde el ahorro en carga laboral hasta la disminución de costos fijos. Con ello, lo importante de contribuir a que se active la cadena de creación de empleos a partir de la subcontratación.

Pero descubrimos además, la cantidad de talentos que no se aprecian por estar dormidos, rezagados algunos, y otros en espera de la anhelada oportunidad.

Es inmenso el abanico de oficios que permanecen en el banco por no encontrar el espacio o la mano que lo empuje. El miedo que consume el principio de toda iniciativa, la falta de capital de trabajo o sencillamente el bloqueo de quien tenga la decisión de subcontratar.

Todas quisimos, nos brillaron los ojos y se dibujaron sonrisas en nuestros rostros. Yo que me atreví a transcribir el episodio, solo me queda albergar la esperanza de consumar el hecho. Y eso, que esa tarde, algunos otros cerebros no participaron del encuentro.

Segurísima de que la idea que surgió si llegara a tener efecto, su éxito es asegurado.

¡Dios con nosotras!

Por:  Clemencia García Damirón