Días de agobio nacional con esperanza de soluciones

0
262

Me enfoco en lo positivo, es mi tarea continua. La programación neurolingüística (PNL) nos enseña a pensar propositivamente, modelando nuestros patrones de conducta en una combinación de lenguaje y procesos neurológicos.

Pero a veces, el ambiente no ayuda. Influye tanto que nos arrastra en su agresivo oleaje. Sustraerme de algunos eventos sociopolíticos no tiene sentido porque no es mi naturaleza ser indiferente.

Por más intentos para enrumbar por buen camino el destino como nación de los dominicanos, nosotros y solo nosotros, insistimos en contribuir con el desmedro.

¿Cuándo entenderemos que no somos un color partidario, que el Palacio Nacional lo ocupa cada cuatro años un dominicano que elegimos casi siempre en buena lid?

Elegimos porque nos ganamos el beneficio de la anhelada democracia y creemos que se obrará en favor de la colectividad, no de un grupito en particular. Si no resulta como esperamos lo ideal es ejercer nuestro derecho nueva vez.

Hace poco más de un año pasamos por el pobre desempeño de un proceso electoral, a empujones. Estados de emergencia casi permanentes, decisiones gubernamentales que en ocasiones laceran nuestra condición de supervivencia, y aún no termina la desgracia de una pandemia que seguimos adivinando cómo superarla.

Muchos frentes abiertos, poca luz al final del túnel.

No superamos bien lo de Leslie cuando nos llega la triste partida de Juan, Olvis y José Luis (los bomberos en La Vega). Y con ellos se suma la trágica muerte de Reinaldo.

Y en la de Reinaldo me detengo.

Fue un hombre público con influencia en decisiones de Estado; dirigió la secretaría general del Partido de la Liberación Dominicana, y la presidencia del Senado en dos ocasiones. Como la de César, su muerte nos deja un sabor amargo a los que los conocimos, con reflexión incluida.

A esto añadimos la tensión que se vive en la frontera.

Haití, nuestro hermano vecino, no supera la crisis que mantiene en su mayor pico desde el asesinato del presidente Jovenel Moise. Falta de liderazgo en todos los órdenes.

Nada más cierto que la definición internacional de haberse convertido en un Estado fallido. No hay mínimo resquicio por su parte de intentar ponerse de acuerdo en organizarse socialmente. De adecuarse como pueblo y ante los ojos del mundo.

Esa misma crisis se traslada a nuestra frontera creando una tensión casi insostenible.

Nos impactará enormemente. Quizás el 1822 será crónica rosa con relación a la posibilidad de un 2022. Coincidencia hasta de año. Importante apoyar el esfuerzo que por la defensa de nuestra soberanía hace el Gobierno y el presidente Luis Abinader.

Mientras, retomo la lectura de Marrón Tierra & Negra Noche, cuya novedad es que el Dr. Franklin Almeida -reinventándose- ahora narra la Historia como si fuera novela. Nos recuerda la valentía y el determinismo dominicanos cuando decidimos cohesionarnos por una causa.

Es eso, recordar quiénes somos y la obligatoriedad de mantenernos como el Estado de Derecho que construimos.

Devolvamos a nuestro país un poco de lo mejor que llevamos dentro, porque a pesar de algunos inservibles, República Dominicana es nuestra Patria amada y debemos defenderla.

Dios con nosotros.

Por: Clemencia García Damirón